La aplicación que habla a los que no saben leer ni escribir.
Un ingeniero de Malí crea una herramienta móvil pensada para la población analfabeta, que funciona mediante la voz en seis idiomas.
Lenali es una red social que, básicamente, conecta a usuarios y les permite comunicarse entre sí e intercambiar informaciones de todo tipo. Hasta ahí Lenali, no es más que una red social más. Sin embargo, esta plataforma tiene una particularidad que le hace diferente a cualquier intento anterior de acceder a las migajas de las grandes redes sociales globales: responde a un contexto muy concreto, de altas tasas de analfabetismo, de tradición oral y de lenguas nacionales diversas, por eso es la primera red social vocal lanzada en el mundo. Mamadou Gouro Sidibé es el ingeniero y doctor en informática que se percató, casi por casualidad, de estas necesidades que no satisfacían otras plataformas.
“Desde 2014 había estado intentando crear una especie de versión malí de Viber (plataforma de mensajería instantánea) malí”, explica Mamadou Gouro Sidibé, “que debía estar más adaptado a las necesidades locales, sobre todo, desde el punto de vista de la calidad de la conexión y de las tarifas elevadas de telefonía”. Este fue el punto de partida, sin embargo, Sidibé explica frustrado que cada vez que tenía alguna idea novedosa y le dedicaba varios meses a su desarrollo, se encontraba con que los gigantes del mercado, presentaban funcionalidades parecidas antes que él. “Durante dos años he tenido que cambiar la orientación de Lenali varias veces y pensaba en una mezcla entre Viber y Facebook Lite (una versión reducida y ligera de Facebook, pensada para mercados emergentes)".
Según los datos de la UNESCO, la tasa de alfabetización de Mali es ligeramente superior al 33%, es decir, uno de cada tres mayores de 15 años saben leer y escribir (habitualmente en francés); en el país conviven al menos una docena de lenguas nacionales. En junio de 2017, el porcentaje de malís que tenían acceso a internet no llegaba al 12%, pero desde hace más de cinco años el número de líneas de telefonía móvil ha superado al de habitantes. Sidibé asegura que “las ventajas de Lenali permiten, a través de una única plataforma, acceder a la comunicación digital, pero también, expresarse de la manera más natural posible y en su lengua materna”.
Esta app responde a un contexto muy concreto, de
altas tasas de analfabetismo, de tradición oral y de lenguas nacionales
diversas
“Este acercamiento fácil y simple, permitirá acceder a la economía digital, incluso a los que no saben leer ni escribir, en condiciones de igualdad respecto a los demás”, asegura confiado el creador de Lenali. Para él, el poco acceso a ordenadores, la escasa bancarización y la baja tasa de alfabetización, explican que el comercio electrónico no tenga en África la misma intensidad que en el resto del mundo. Sin embargo, los smartphones conectados, cada vez más presentes en África subsahariana y las soluciones de pagos a través del móvil solucionan los dos primeros obstáculos. Las redes sociales, a través de los grupos de compra-ventas, han supuesto una incursión en el comercio digital en la región, de una manera que podría considerarse “informal”. “Lenali presenta un fuerte potencial económico para los analfabetos”, defiende convencido su creador.
De hecho, la red social ya alberga perfiles con esta vocación comercial, como el de una mujer que comercia con fruta; o el de un vendedor de motos adaptadas, del Grand Marché de Bamako; el de la empresa que comercializa pollos asados; o la de la sociedad Agrobusiness Mali que pretende ampliar su exportación de frutas. Igualmente, la Escuela de Trabajos de la Seguridad Privada, utiliza la red social para mostrar los cursos que ofrece. Y, con un carácter todavía más social, la Red Nacional para el Desarrollo de las Jóvenes y las Mujeres de Mali facilita el acceso a cursos de alfabetización a distancia.

Sidibé, su creador, no puede olvidar las penurias por las que ha pasado para llegar a este punto de desarrollo de la plataforma y la necesidad de contar con apoyos para continuar con la experiencia: “Los poderes públicos, las instituciones financieras, los organismos de crédito o los inversores insisten en que hay que atreverse a emprender. Pero para eso hay que ser innovador, creer en el proyecto como un loco, buscarse uno mismo los recursos haciendo sacrificios y arriesgando su propio dinero y trabajar muy duro. Después, todo el mundo espera a que los proyectos den rendimientos antes de arriesgar sus fondos y confiar en ti, así que siempre estás pendiente de que un día todo lo que has construido pueda derrumbarse”.
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